Artículo escrito por Félix Iván Martínez Ortega, gerente de Bravissimo Music Lab para la Revista Digital del Centro de Educación Infantil Pekes “Mi Pekeño Mundo”, primer trimestre de 2017.
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Si la cuesta de enero no se nos ha hecho demasiado empinada, los papás y las mamás podemos ir haciendo ya un análisis de lo que en la Navidad Papá Noël y los Reyes Magos han “dejado por casa”, viendo el éxito de algunos juguetes y el fracaso de otros, porque todos sabemos que los niños, y sobre todo nuestros hijos nunca mienten en cuanto a apetencias se refiere.
Y es que todos nosotros queremos la mejor estimulación para ellos y las mejores herramientas para que adquieran las mejores habilidades. Entre tanta campaña de centros comerciales, jugueterías, tiendas varias, catálogos que ni la Biblia de Gutenberg y bombardeos mediáticos es difícil acertar, es cierto, pero hay otras veces en las que no se acierta a sabiendas de nuestro “error”, y entrecomillo la palabra error porque jamás un estímulo va a ser negativo para nuestros hijos, pero sí sabemos que quizá por un poco más de dinero nos estaríamos llevando algo que sí cumpliría nuestras expectativas. Me estoy refiriendo a los instrumentos musicales.
Esas fechas son quizá las más propicias del año para regalar un teclado eléctrico, una batería, una guitarra, un violín o un xilófono (este último sobre todo para los más pequeños de la casa), pero a muchos nos asalta la gran pregunta: ¿instrumentos o juguetes musicales? Y es que, como he comentado antes con un bombardeo tan excesivo y nuestro poco conocimiento en la materia, fácil es dejarse llevar por la batería o la guitarra de plástico, el xilófono con lamas que apenas suenan o el teclado eléctrico que no permite pulsar más de dos notas a la vez.
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Estímulos sí, pero ¿a qué precio?
Los niños, desde que nacen, están rodeados de estímulos, algunos dirigidos por nosotros y otros (la mayoría) no. Estos estímulos suelen ser beneficiosos para los peques, siempre que no se caiga en una sobre-estimulación y teniendo muy presentes las etapas madurativas de nuestros infantes1. Es un tema digno de ser tratado aparte, pues a todos los papás nos preocupan los estímulos a los que sometemos a nuestros hijos.
La música es una de las siete artes liberales2 que, como sus otras 6 hermanas ha evolucionado con el paso de los años pero ha ido ocupando un papel secundario o invisible en el siglo XX, siendo casi eliminada del currículo oficial en la formación reglada y con una valoración pésima en cuanto a profesión y forma de ganarse la vida.
Ante estas situaciones es difícil ofrecer a nuestros hijos un instrumento musical como lo que es: una herramienta con un fin determinado. Se puede caer en el error de tomarlos por juguetes musicales para que nuestro pequeño “se distraiga”, aunque alguna vez nos preguntaremos ¿habrá aprendido a tocar algo? Y si la respuesta es negativa: ¿por qué hace tanto que no toca?, ¿es que no le gusta la música? Le hemos regalado un juguete y nuestras expectativas son de instrumento musical: queremos buenos resultados.
Y es que un instrumento musical no es barato como para ser considerado un “juguete” en el sentido literal de la palabra3: es una herramienta con la que debe pasarse bien mientras la usamos – cuando jugamos, lo pasamos bien – y dicha herramienta debe ser usada de forma correcta para obtener unos resultados adecuados, consiguiendo de esa manera “jugar con la música”.
Guitarras que al afinarlas se desafinan, baterías cuyos parches se rompen al tercer “aporreo” (porque la aporrean), pianos que tienen más melodías guardadas que un “Ibiza Mix” no son instrumentos para “jugar con la música”, son juguetes que emiten sonidos con parecido físico más o menos fiel al de verdad. Y ¿Quién conduce al pequeño para sacarle el jugo a ese juguete al que nosotros llamamos instrumento? Las Musas (de ahí música), sin duda, y eso cuando no pierden interés por falta de dirección en el asunto.
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Lo barato sale caro
La música es un arte que todo ser humano lleva en sus genes4, pero nuestra capacidad musical debe ser trabajada y pulida con la ayuda de profesionales que, sobre todo, nos enseñen a pasarlo bien con nuestra herramienta. La palabra “profesional” aquí asusta y se piensa uno que vamos a convertir a nuestro hijo/a en un/a concertista, cuando lo que debe significar es que nuestro mentor nos va a proporcionar las herramientas adecuadas para amar a la música y a darnos los trucos para sacarle jugo. El convertirse en músico ya vendrá. Ahora son niños y como niños deben jugar pero jugar con pautas y objetivos, aunque de vez en cuando se permitan ciertas libertades, que caray.
A estas alturas de nuestra vida, padres y madres de familia, residentes en el siglo XXI, modernos, implicados, filósofos del tanto-monta familiar, tenemos grabados a fuego los beneficios de la música desde edades tempranas (mejora de la atención y la concentración; asimilación y tolerancia al fracaso; marcación de nuevos y mayores retos; convivencia y respeto por los iguales; mejor rendimiento académico y un largo etc.) pero fallamos a la hora de otorgarle un buen puesto en el ranking de inversiones, regalando (de buena fe, por supuesto) un material que siendo juguete pensamos que no lo es y dando por sentado que todos llevamos a Mozart dentro de nosotros5.
Los instrumentos musicales no se compran en jugueterías, hipermercados ni tiendas de “todo a cien” pero como hemos mencionado requieren de una inversión que, muy probablemente no estemos dispuestos a realizar “no vaya a ser que…” Por eso, es conveniente que, ante el deseo personal de nosotros o el expresado por nuestros hijos de aprender música, primero acudamos a quien nos puede ofrecer esa formación instrumental y esa iniciación a la música; con total seguridad que los profesionales que en dichos centros ofrecen su sabiduría también ofrecerán asesoramiento personalizado sobre la adquisición de ese juguete que no se compra en jugueterías, hipermercados ni tiendas de “todo a cien”.
No escatiméis en darle los mejores estímulos a vuestros hijos, porque lo que importa no es la cantidad de ellos si no la calidad de los mismos, y sabemos que ellos saben elegir desde casi su nacimiento. No elijamos mal por ellos.
Félix Iván Martínez Ortega
Gerente de Bravissimo Music Lab
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NOTAS AL PIE
1 Podemos citar a autores como Jean Piaget, Erik Erikson, Sigmund Freud, Arnold Gesell, etc, autores que sobre todo en el siglo XX han ofrecido su visión y estudios sobre las etapas madurativas y evolutivas de los seres humanos sobre todo en sus primeras etapas.
2 Ver Trivium y Quadrivium
3 En España hablamos de tocar un instrumento pero en Francia por ejemplo se habla de joue y los angloparlantes dicen play, sinónimos de jugar.
4 Autores y pedagogos musicales como Orff, Dalcroze, Willems, Kodaly, Delalande, Paynter y Gordon por ejemplo han basado toda una vida en ofrecer experiencias y resultados para demostrar esta afirmación.
5 Siendo Mozart un adolescente, se le acercó un muchacho de su edad y le preguntó cómo se componía una sinfonía. Mozart le contestó que aún debía dejar pasar muchos años de aprendizaje antes de intentarlo. El joven, irritado con la respuesta le objetó: “Pero tú ya componías a los diez años”. Mozart, imperturbable contestó: “Sí, pero no tenía que preguntar cómo”
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